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Miércoles, 12 de febrero del 2020

El pesado oro de Al Shabab

Dieciocho días han pasado desde que Éver Banega estampase su firma en el contrato millonario que le ofreció el Al Shabab saudí. El club árabe ató al mediocentro argentino, que acaba contrato con el Sevilla el próximo 30 de junio, para las próximas temporadas y, desde entonces, Banega solo tenía una misión: convencer a la parroquia sevillista que su compromiso y profesionalidad seguía intacta y que su fichaje por el club árabe no iba a significar una bajada de su rendimiento.

Pero tras dieciocho días, poco queda del Banega del último tramo del 2019. Su rendimiento tras haber firmado por el club árabe se resume en palabras más que en hechos, pues solo Monchi y Lopetegui en algunas declaraciones han intentado dar normalidad a la realidad que supone que, uno de los pesos pesados del equipo, vaya a jugar cinco meses de competición sabiendo que ya no será sevillista a partir del 1 de julio. "Su contrato acaba el 30 de junio y seguro que va a estar implicado hasta el último partido y motivado al cien por cien. No dudo de su implicación", explicaba Monchi el 3 de febrero ante los medios de comunicación. "Estoy seguro que lo va a hacer, es muy profesional y está comprometido", rezaba Lopetegui ayer martes en Radio Marca Sevilla.

Banega ha tenido la oportunidad de demostrar a la afición sevillista que estas palabras eran ciertas. Ha tenido tres partidos para ponerlo en práctica, pero en ninguno de ellos ha devuelto la confianza depositada en él, mas bien todo lo contrario. Tras un nefasto partido en Copa frente al Mirandés, en el que prácticamente todo el equipo dio una imágen pésima y significó la eliminación del equipo, le siguió una discreta actuación en el Sánchez Pizjuán contra el Alavés en Liga. Pero sin duda, el detonante llegó en Balaidos, pues Banega no solo partiría desde el banquillo, perdiendo así la titularidad, sino que además, su entrada al terreno de juego significaría la remontada del Celta cuando el resultado era favorable para los intereses del equipo andaluz.

La situación de Banega no es fácil de prever a corto plazo. Es muy cierto que su bajada de rendimiento coincide con un mal momento del equipo en general, pero también llega justo después de haber firmado un contrato por el Al Shabab, para jugar en un sitio donde los méritos económicos valen más que los deportivos. El sevillismo necesitaba ver la mejor versión de Banega justo después de anunciar su marcha, pero se ha encontrado con todo lo contrario y la decepción, no cabe duda, es visible. El técnico del equipo, de hecho, ya no cree que vaya a ser indispensable: "Eso no significa que vaya a jugar siempre pero Éver nos ha ido de cara", explicaba ayer Lopetegui a modo de resignación.

Por mucho que director deportivo y entrenador quieran comparar esta situación con la que protagonizó antes de marcharse al Inter en 2016 (también jugó con el Sevilla habiendo firmado por el club italiano), la realidad es muy diferente, porque Banega se fue a la Serie A con la mentalidad de un futbolista que quería seguir compitiéndo en la élite. Ahora, el mediocampista argentino ha tomado la decisión de marcharse a Arabia Saudí con 31 años, cuando todavía tiene mucho fútbol en sus botas, dándole prioridad a su cuenta bancaria antes que a los méritos deportivos. Una decisión que no es para nada criticable, pues posiblemente muchos haríamos lo mismo en su situación, pero que le obligará a tomar una decisión. O se pone las pilas en las próximas jornadas para volver a su nivel habitual o, de lo contrario, nos sigue demostrándo que en su cabeza ya no suena el himno de la Champions, sino el olor a té y dátiles.