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Centrales a la carta
La llegada de Fran Escribá al banquillo celeste supuso darle al club gallego un aire se esperanza para lograr la salvación. Algo de sensatez y orden táctico del que carecía con Antonio Mohamed y, posteriormente, con Miguel Cardoso.
El técnico, fiel a su filosofía de armar un equipo desde atrás bien posicionado tácticamente y sin prescindir del juego ofensivo que siempre ha caracterizado al Celta a lo largo de su historia, colocó las piezas en su sitio, como Olaza en el lateral izquierdo. Montó un doble pivote fijo en el centro del campo con Okay y Lobotka tras media temporada de bandazos y apartó a Aspas de la banda para colocarlo en punta de lanza en un 4-4-2.
Precisamente la solidez defensiva es algo que ha mejorado sus registros desde la llegada del técnico valenciano. A pesar de que las porterías a cero son escasas, el equipo ha mostrado ser mucho más fiable defensivamente con Escribá que con los dos entrenadores predecesores.
No obstante, la pareja de centrales es la posición que más ha variado Escribá desde que llegó el pasado 3 de marzo a Balaidos: Costas, Araujo, Cabral y Hoedt se han repartido minutos casi a partes iguales. El técnico valenciano debutó ante el Betis alineando a Araujo y Costas y repitió defensa en el partido posterior, ante el Real Madrid, con dos derrotas consecutivas. En su tercer partido llegó la victoria con Costas y Hoedt, dejando fuera a Araujo para enfrentarse a un Villarreal que llegaba con dos delanteros rapidísimos: Chukwueze y Ekambi.
Ya en su cuarto partido, ante el Huesca, Escribá sentó a Costas para dar entrada a Cabral junto a Hoedt. Una semana después, para recibir a la Real Sociedad con Willian José en punta, el técnico apostó por Cabral y Araujo, pareja que también se repetiría ante el Atlético de Madrid en el Wanda y para frenar posteriormente a Stuani frente al Girona.
En la intersemanal, el Celta visitaría Cornellà para enfrentarse a dos delanteros diferentes: Iglesias y Wu Lei, por lo que la pareja de centrales volvió a cambiar y, en ese partido, el técnico apostó por Hoedt y Costas. Justo tres días después, en la jornada 35, el técnico volvía a cambiar sus dos centrales para volver a apostar por Cabral y Araujo en Butarque.
Con todo ese baile de centrales, Escribá ha demostrado no casarse con ninguna pareja en particular y ha dejado claro que los cuatro son importantes en sus planes. La clave, como pudo desvelar tras el partido ante el Espanyol, está precisamente en el ataque rival, cuando apostó por Hoedt y Costas en lugar de Cabral y Araujo tras tres jornadas consecutivas repitiendo con ambos: "En parte porque puse los dos centrales más rápidos que teníamos (Hoedt y Costas), sabiendo el tipo de desmarque de Iglesias, Wu Le, Puado... gente muy rápida. Puse centrales más rápidos en vez de posicionales como son Araujo y Cabral".
Fue en esa rueda de prensa cuando el técnico desveló sus planes: Hoedt y Costas para frentar a gente rápida, Araujo y Cabral para frenar a arietes fuertes y altos. Una práctica poco habitual en el mundo del fútbol, pero no extraña en equipos que necesitan resultados inmediatos. Por norma general, los entrenadores prefieren tener dos centrales de confianza que jueguen juntos muchos partidos para así generar mecanismos tácticos que funcionen a la perfección. Escribá tiene claro que debe sacrificar esta cohesión, que se logra únicamente a base de repetir siempre la misma pareja de centrales, sabiendo que llegó al equipo sin hacer pretemporada y que los resultados debían llegar de inmediato. Para ello, ha decidido elegir sus centrales a la carta, dependiendo del tipo de ataque rival al que se enfrenten.