Viernes, 02 de noviembre del 2018

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El plan C, el último aliento de Calleja

La llegada al banquillo groguet de Javier Calleja el 25 de septiembre de 2017, tras la destitución de Fran Escribà, supuso la puesta en escena de un nuevo sistema para el conjunto de La Plana. Desde el minuto uno de su llegada el técnico madrileño decidió apostar por un esquema 4-4-2 con forma de rombo en el centro del campo. Tal era su convencimiento en este sistema que de los 43 partidos dirigidos por el preparador la temporada pasada en 30 de ellos saltó de inicio con este esquema.

A pesar de su creencia e insistencia en el sistema, con la llegada del mal juego y resultados en momentos puntuales de la temporada pasada llegaron las dudas y el cambio. Las derrotas en Eibar y Girona propiciaron que en las jornadas 28 y 29 ante Las Palmas y Atlético se pasara al 4-2-3-1 con el resultado de dos victorias. Experimento que se repetiría las últimas 7 jornadas de la temporada anterior con 4 victorias, 2 empates y 1 derrota.

Ya en la actual temporada, y a pesar de los grandes resultados cosechados al final de la anterior con el 4-2-3-1, se volvería a iniciar el curso con el 4-4-2 en rombo como plan A. Pero un mal inicio de Liga con dos derrotas en casa ante Real Sociedad y Girona y el empate ante el Sevilla han hecho que el técnico vuelva a dar bandazos con el sistema en busca de una solución.

A partir de estos resultados Calleja decidió apostar por suprimir el rombo en el centro del campo y jugar con los cuatro centrocampistas en línea como plan B. Gran parte de culpa la tuvo la lesión de Cáseres, que le impedía acumular hombres en el centro del campo con solvencia y buscar esa figura de 6, algo que fue solucionado con Funes Mori en un doble pivote.

A pesar de que el cambio le llevó a conseguir estar cuatro partidos seguidos sin perder (Leganés, Rangers, Valencia y Athletic), la vuelta de otra racha negativa con dos derrotas en otros tres partidos (Espanyol y Valladolid), unida a la pobre imagen del equipo, hicieron que el preparador vuelva a dar otro giro en el sistema y cambiar al 4-2-3-1 de los cuatro últimos partidos, disputados contra el Atlético, en el siguiente contra el Rapid de Viena, ante el Alavés en Mendizorroza y en Copa en Almería.

Viendo que el sistema convenció contra el equipo colchonero, del que sino llega a ser por Oblak, se habría ido sin puntuar del Madrigal, y viendo que volvió a convencer con una goleada ante el conjunto austríaco del Rapid de Viena, era de esperar que el preparador diera continuidad a este esquema varios partidos más. El denominado plan C. Como él mismo dijo en la rueda de prensa previa al choque europeo: “cuando uno está contento con lo que observa, lo normal es que se repita”. No obstante, la derrota en Mendizorroza y el empate en Almería vuelven a poner en entredicho las habilidades de Calleja a la hora de buscar la fórmula del éxito y ponen en duda la continuidad del técnico tras tres sistemas fallidos.

Ventajas del sistema 4-2-3-1

A nivel defensivo el sistema 4-2-3-1 genera como principal beneficio una ocupación más proporcional del terreno de juego y facilita a la hora de defender ya que todas las parcelas del campo quedan más cubiertas. En este caso la ocupación de los mediapuntas más abiertos a banda facilita la tarea de defender las subidas de los laterales rivales que ya encuentran un primer obstáculo y el lateral propio no queda tan solo. El hecho de jugar con un mediapunta por detrás del delantero más los dos mediocentros convierte la zona central del mediocampo en otra fortaleza por la que es difícil penetrar y así dificultar el juego entre líneas de los rivales. La presencia de estos dos mediocentros, de los cuales uno de ellos suele ser más defensivo, sirve para ayudar a la pareja de centrales y cubrir los huecos dejados cuando atacan los propios laterales. El sistema también facilita la recuperación del balón en campo contrario ya que la presión se realiza con cuatro jugadores.

A nivel ofensivo facilita las llegadas por los costados ya que los mediapuntas de banda se encuentran abiertos y en posiciones muy adelantadas. Si estos mediapuntas juegan a pierna cambiada se facilita su inclusión a zonas interiores de ataque para su disparo a puerta. También se facilitan las combinaciones interiores ya que la posición del medio centro creador puede asociarse con la del mediapunta a la hora de filtrar pases para el delantero a la espalda de los centrales rivales o a la llegada de los mediapuntas.

Como inconveniente más reseñable es que se pierde presencia ofensiva y remate al contar con único delantero que muchas veces se encuentra algo aislado en ataque, ya que Fornals, el mediapunta, habita mucho por la zona de la medular, más que por el área.


Beneficiados y perjudicados del sistema 4-2-3-1

Todo cambio de sistema beneficia a unos jugadores y perjudica a otros. En el caso del cambio al 4-2-3-1 los jugadores especialistas de banda salen muy beneficiados. Serían los casos de Cazorla, Pedraza y Layún que pasarían a contar con más minutos.

Como perjudicados principales se encuentran los delanteros ya que sólo se juega con uno. Hombres como Ekambi o Bacca, ante la titularidad casi absoluta de Gerard, verían reducidos sus minutos. También los mediocentros e interiores saldrían perjudicados ya que se pasaría a jugar con dos en vez de los tres que se utilizan en el 4-4-2 en rombo. En este caso, y con la recuperación de Cáseres para el doble pivote, regresaría Funes Mori a la medular, lo que dejaría a Víctor Ruiz o al argentino fuera de los planes del once.

Ahora, tras la derrota en Mendizorroza y el empate en Copa se reabre el debate de si realmente es el sistema ideal para el equipo o el problema va más allá. Calleja repetirá el 4-2-3-1 en los próximos partidos, pero no cabe duda de que su crédito se está agotando y todo apunta a que, si este plan C no funciona, ya no habrá plan D, sino plan de restauración.