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Viernes, 21 de septiembre del 2018

Un Atlético bipolar

Comienzo arrollador en Europa y decepcionante en la Liga. A pesar de que el número de jornadas disputadas en la competición nacional son insuficientes para emitir juicios de valor, cinco puntos sobre doce posibles conforman bagaje insuficiente para un club como el Atlético de Madrid.

Resaca del Mundial, inadaptación del grueso de los fichajes, presión derivada del nuevo estatus económico de la entidad, lesiones tempranas... Diversos factores explican el distanciamiento que hay entre los números del Barcelona, por ejemplo, y del Atleti en el torneo liguero -más allá de la ostensible diferencia presupuestaria, aun teniendo en cuenta el incremento del gasto del equipo madrileño-. Hay señales de alarma en el desempeño de la escuadra rojiblanca, pero algunos brotes verdes aparecidos entre semana reavivan la ilusión activada en Estonia el pasado agosto. Y existen, también y al margen de asuntos concretos, nombres propios que explican los primeros compases del conjunto de la capital en las fechas iniciales del presente ejercicio.

LA DEMARCACIÓN DE KOKE
El eterno dilema en el medio campo del Atlético, Koke por el centro o en la banda; ahora con una nueva versión aún más meticulosa, de interior o más pegado al costado. Por características su hábitat natural es la zona de elaboración, donde distribuye con naturalidad y se vale de su empuje físico para recorrer más de una docena de kilómetros en cada encuentro. Diestro natural, alcanzó un rendimiento óptimo inclinado al flanco - en los tiempos de Raúl García y Turan-. Goza de fuelle para trabajar las bandas, si bien su inercia le conduce siempre al epicentro
del terreno.

Hasta el momento, y desde que oficialmente empezó la campaña para el Atleti a mediados de agosto, ha ofrecido un rendimiento irregular. Del gol de la Supercopa a algunas lagunas que han sembrado el desconcierto de Luis Enrique, quien espera la recuperación de uno de sus futuribles.

En la Liga mantiene sus guarismos: ocho centros de media por partido, 22 corners botados y 197 de 225 pases completados. Para bien o mal, su influencia en el juego rojiblanco sigue siendo transcendente.

CONFIRMACIONES Y DECEPCIONES

Giménez
Imprescindible en Europa, testigo del traspié de Vigo, ha disputado la mitad de los partidos de Liga jugados hasta el momento con un aporte anecdótico pero interesante: aún no ha recibido ni una tarjeta amarilla, un jugador duro y expeditivo que el paso del tiempo le ha hecho reposar su ímpetu. Se revela constantemente como pareja de Godín, hoy, y de Lucas, a largo plazo. Aprovecha la baja de Sávic para disputar todos los minutos.

Rodri Hernández
Pivote o mediocentro, con un porcentaje de acierto en el pase prácticamente pleno, empieza a apuntar la condición de indispensable. En los partidos de fuera, Mestalla y Balaídos, permaneció inédito.

Diego Costa
Paradigma de la doble versión del equipo rojiblanco en el arranque de campaña: goleador en las competiciones europeas, negado en la competición local. Sólo varía el acierto, puesto que tanto en el Viejo Continente como en España se faja hasta el último suspiro. Contrasta su quehacer decisivo frente al Madrid y el Mónaco con sus preocupantes cifras anotadoras en la Liga, donde se mantiene estéril ante la portería rival desde el 18 de febrero.

Filipe Luis
En estado cercano a la depresión desde su frustrado traspaso al PSG, ni rastro del alma incansable que se adueñó de la banda del Calderón y después del Metropolitano. Sólo se perdió la segunda jornada, pero los indicios apuntan a que de momento ha perdido su condición de titular indiscutible en beneficio de un Lucas Hernández que se reivindicó como lateral levantando el Mundial. Las diferencias entre ambos son claras, como también queda patente que el conjunto colchonero necesita la aportación ofensiva del brasileño con urgencia.

Lemar
Ha participado, de una u otra manera, en todos los partidos oficiales. Su coste le ubica incesantemente en el candelero, así como el debate acerca de su titularidad. Apunta ademanes de clase y calidad, si bien se advierten ciertas características que en el fútbol español se convierten en carencias: exceso de conducción y pérdidas en zonas de iniciación. Y la duda de si ubicarlo como extremo en un sistema que se refugia en el juego por dentro, o centrarlo para que entre en contacto con el balón.

Gelson
La ganga del mercado, absolutamente intrascendente hasta hoy. Apareció un rato en Valencia y otro contra el Rayo diluyéndose en desaciertos, desde entonces se sumergió en un ostracismo incómodo.

PENDIENTES DE RESCATE
El Atlético 18/19 ha cambiado con respecto a sus versiones anteriores, alternando un 4-4-2 con un 4-3-3, pero hay un defecto que en el pasado reciente no se daba y que actualmente ha florecido en la defensa: la concesión de ocasiones al contrincante. En un esquema donde el mínimo detalle afecta al total, sobre todo en el entramado defensivo, sería demasiado complejo concluir los motivos que han invertido la fiabilidad defensiva de los rojiblancos. Las coberturas y repliegues han perdido fiabilidad, normal debido a la insuficiente cantidad de entrenamientos (jugadores que llegaron tarde tras la Copa del Mundo, incorporación alternativa de fichajes y parada para los partidos de selecciones) realizados desde julio.

Las lesiones, igualmente, han contribuido a evitar la falta de conjunción del bloque. Arias, Vitolo y Kalinic vieron cómo su proceso de adaptación o eclosión se demora debido a los percances que sufrieron en pleno verano. Mientras tanto, el barbecho caracteriza la situación de otros futbolistas. Adán, condenado a la sombra de Oblak, Partey, víctima de los nuevos tiempos para la medular madrileña, y ahora irrumpe Garcés exigiendo minutos. Saúl, estandarte del combinado absoluto hispano con Inglaterra y Croacia, se erige en la actualidad en el mejor centrocampista de los atléticos; si bien su nivel tampoco se asemeja al que impresionó con la Roja.

Bálsamo europeo
Desde que cayó eliminado en la última edición de la Copa de Europa, las competiciones internacionales sólo han otorgado éxitos y títulos al Atlético de Madrid.

En tierras monegascas tuvo lugar la segunda remontada continental veraniega, esta temporada el equipo de Simeone ha llegado a estar sometido en sus choques hasta cuatro veces y sólo una vez (Celta) se mostró incapaz de revertir sus errores. En este sentido, se mantiene la férrea potencia emocional exhibida antaño en la faceta anímica; existe todavía la capacidad de reacción a la adversidad.

El pasado martes, el Atleti tuvo tres rivales: el Mónaco, el campo y la historia. El renovado conjunto de Jardim no sólo vive de Falcao, el estado del césped desprestigió el torneo con más glamour del planeta y las necesidades del club en su competición prohibida acechan con la final del Metropolitano en lontananza. En el estadio Luis II se vio un conjunto español activo, capacitado para llevar la iniciativa, lo cual se tradujo en una reconfortante inyección de estima necesaria luego de un par de accidentes en sus enfrentamientos domésticos. Hubo precisión en los pases, contención sincronizada, un 83 por ciento de efectividad en las transiciones y basculación armónica. Correa, filtrando servicios, y Griezmann, al fin vertical, hicieron sufrir a los mundialistas Sidibé y Glik. Paradójicamente, el estreno en la Champions 18/19 de los madrileños se produjo con su entrenador en la grada; como ante el Arsenal, Marsella y Madrid. En ninguno de los encuentros en que Burgos ha portado los galones de general en el banquillo los suyos han perdido, coincidencias o señales: sin el Cholo, hay vida.

Pepe Muñoz