Viernes, 24 de agosto del 2018

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Rodri: apuesta del presente, estandarte del futuro

Fue descartado, principalmente, por su insuficiente estatura hace un lustro cuando Aguilera y Julián -etapa post Amorrortu- dirigían la cantera del Atlético de Madrid; según los técnicos su talla no era óptima para ubicarle de pivote y le colocaron como segundo punta, donde firmó su defunción eventual en el Manzanares. En 2015, cuando se proclamó campeón de Europa sub’19 con España frente a la Rusia de Golovin ejerciendo de escudero de Ceballos y Asensio, en el Calderón se empezaron a percatar del error de apreciación que cometieron al desechar a un chico que se forjó en la academia rojiblanca entre 2007 y 2013.

Este verano volvió veinte millones de euros más tarde con más de 190 centímetros de estatura y como internacional absoluto, celebrando un bautismo de lujo en Estonia: levantó un título en su debut oficial con la entidad de su tierra. Su actuación en Tallin dejó patente que la comparación con Busquets no se antoja exagerada: en los 71 minutos que jugó dio 35 pases correctos por siete erróneos, no cometió ni una falta a pesar de su posición defensiva en el centro del campo e incluso se permitió el lujo de buscar el remate.

En unas semanas, su valor de mercado ya se ha disparado un 25 por ciento. Pese a tener la complicada misión, sobre todo desde el punto de vista emocional, de sustituir al capitán Gabi y adaptarse a un sistema tan matemático como el de Simeone gozó de la plena confianza del entrenador desde que comenzó la pretemporada. De este modo, aprovechó las alargadas vacaciones de sus compañeros para empaparse del método cholista.

Se trata de una apuesta de presente, pero de un estandarte de futuro conforme vaya limando sus carencias. En más de cien partidos en Villarreal hizo únicamente dos goles, motivo por el cual trabaja a marchas forzadas los remates de cabeza. En Castellón, últimamente, actuó como eje del rombo en la medular; en el conjunto rojiblanco aquel esquema quedó enterrado con el doblete de 1996, el dibujo actual resulta completamente distinto. Adolece de registros defensivos y sufre cuando debe ocupar espacios, además, la corpulencia que luce hace que no sea especialmente elástico o flexible.

Sin embargo, este atípico futbolista del siglo XXI (ajeno al circo de las redes sociales, exento de tatuajes histriónicos y estudiante de Administración de Empresas) desprende más pros que contras. El principal patrimonio de Rodrigo Hernández se esconde en la evolución continúa que ha exhibido, incontestable desde que Marcelino le hizo estrenarse como profesional en el Madrigal. Polivalente por todo el pasillo de seguridad, se le recuerda incluso como central, domina la segunda jugada y la presión colectiva en terreno ajeno o propio. Recuperador en la zona de elaboración, el ancla que se perdió con el adiós de Tiago Mendes -con cualidades completamente diferentes, en cualquier caso-.

Su aporte al cuadro rojiblanco se medirá en varios frentes, uno de ellos será evitar la saturación y exceso de explotación que padeció Koke Resurrección en los últimos tiempos. Impedirá igualmente que la escuadra del Metropolitano se sienta tan incómoda protagonizando la posesión, no generará un cambio de estilo global desde su posición de cinco aunque su fiabilidad en el pase le permiten conectar eficientemente con las diferentes demarcaciones eludiendo riesgos. Preceptivo en lo táctico, inteligente dentro del entramado y diáfano en su filosofía futbolística funciona a la perfección lejos de la pelota. Sus condiciones se adaptan al eficaz repliegue del Atleti, que deberá decidir si dosifica las actuaciones de su nueva perla -lo mismo que ocurrió con Oblak o Griezmann, entre otros, en los complicados comienzos y meses de adaptación- o si se decide a otorgarle responsabilidades restauradas desde este sábado contra el Rayo Vallecano. En apariencia, su aparición mejorará las prestaciones de los Saúl Ñíguez y Thomas Lemar por ejemplo. Y, sobre todo, dotará de seguridad a la parcela donde se construye el fútbol.

A corto plazo, sus posibilidades de convertirse en indiscutible del once ideal colchonero dependerán de imponderables como el calendario -tipo de rival- o la táctica (4-4-2 o 4-3-3 en esencia) que emplee el preparador argentino. En encuentros donde haya mayor necesidad de contención, las opciones de Rodri aumentan por encima de las de hombres más creativos. Otro factor a su favor son las compatibilidades, dado que se puede emparejar con cualquiera de los medios atlèticos.