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El inesperado ídolo de Ghana y heredero de Gabi
Sobre el césped nada es eterno, ni los eternos capitanes. Como ejemplo, la suplencia del capitán del Atlético de Madrid a finales de agosto en Las Palmas. El empujón hacia el foso de suplentes se lo propinó Thomas, quien desde entonces vive días de gloria: cinco goles en los tres primeros partidos oficiales de la temporada y héroe en su país, al que con su capacidad anotadora ha conducido a pelear por el sueño mundial de Rusia 2018.
El movimiento al alza del ghanés empezó en Canarias, Simeone apostó por revitalizar la alineación (apenas 24 años como media de edad) y dejó al africano lucir el número cinco desde el primer hasta el último minuto. Una semana antes, en Montilivi, el que salió desde el principio fue Gabi; señalado y sustituido posteriormente luego de una actuación insuficiente. Las visiones más sensacionalistas apuntaron al cambio generacional, mientras que los mesurados sólo vieron una rotación ordinaria.
El producto global de la prueba en el Insular arrojó un balance excelente y el resultado de la permuta en la parcela central enseñó motivos para la esperanza, pues el meritorio de Odumase Krobo marcó (igualando en su debut liguero la cifra de tantos que alcanzó durante el torneo anterior en dieciséis encuentros) y corrió once kilómetros denotando un óptimo tono físico tras las sesiones específicas a las que estuvo expuesto en pretemporada. Además, completó el 90.24 por ciento de sus pases con eficiencia.
La racha se trasladó a su Selección, evitó en Kumasi la derrota merced al tanto que anotó contra el Congo y en la vuelta contra el mismo contrincante convirtió un triplete. Inaudita capacidad realizadora, convertida en aval en su carrera hacia la titularidad en España. Hasta el pasado día 1 sus estadísticas resultaban menos exuberantes, una diana en los nueve compromisos disputados con el combinado nacional.
Algo se mueve en el triángulo que maneja al Atleti, Resurrección y Ñíguez son presente y futuro; Gabi, sólo lo primero. El obligado y doloroso relevo del emblema que debutó en el Manzanares más de una década atrás, la insalvable fecha de caducidad de los futbolistas. La primera señal de reemplazo de quinta a medio plazo la dio el propio club, renovando el contrato de la vieja guardia -incluidos también Torres y Juanfran- por una temporada supeditando la prolongación contractual a que deben jugar al menos 25 partidos.
Más allá de su místico valor como símbolo, nadie ha llevado el brazalete jamás -en el Calderón ni el Metropolitano- a lo largo de tantos campeonatos como Gabi, resulta delicado permutar el rol del jugador madrileño. No se trata de un virtuoso técnicamente, un atleta de zancada espectacular o un regateador incisivo. Recrea la labor de metrónomo activo, o sea, trabajador: presionando al media punta rival e iniciando el juego en corto, participando en el repliegue o mandando adelantar líneas, haciendo coberturas o colocando balones en el área rival. Su sitio se ubica delante de los centrales y detrás de los enganches, así contrarresta sus huecos y pérdidas. Medio centro, pivote, ha evolucionado hacia un estilo de centrocampista escasamente vistoso y reconocible; habría que girarse hasta la fluctuante escuela de mediocampistas italianos para ver alguna similitud en sus acciones. Aunque el ansia de comparación invita a rememorar en algunos de sus pasos o por la propia posición en el verde a Vizcaíno, el eficaz escudero de Schuster y Pantic.
Con 34 años, después de un ejercicio (el pasado, incluso estuvo en la partida alguna vez con un dedo roto demostrando irreductible compromiso y emocionante implicación) sin descansos por las lesiones de Augusto y Tiago, Gabi Fernández empieza a dejar paso a la nueva generación. Y surge un nombre por encima del resto de candidatos para ir asumiendo mayor responsabilidad, el que debe competir por entrar en la formación ideal. Un deportista radicalmente diferente y valorado, con virtudes tan válidas sobre una cancha como la juventud y la fuerza.
Thomas, el indiscutible internacional absoluto con Ghana aporta al grupo beneficios diferentes, gracias a su altura gana balones divididos en zonas de recuperación y anhela erigirse en ese llegador que se añora desde el adiós de Raúl García. Otorga, igualmente, polivalencia: siempre se desenvolvió por la zona central, alguna vez se le vio por la derecha en sus cesiones al Mallorca y al Almería, mas últimamente se postuló con nota como lateral.
El dilema se agudiza conforme se aproxima la visita a Mestalla, el portaestandarte del sentimiento rojiblanco ante el flamante estandarte del balompié en una república africana.
Tangiblemente distintos, ocupan una demarcación similar en el rectángulo. A pesar de que también cabe, con enormes posibilidades, la opción de que sea Koke quien asuma el rol del veterano liberando a los otros integrantes del trivote de la fundamental función desplegada por el ex zaragocista.
Si el debate se limitase a Gabi-Thomas, cada uno con sus defectos, ambos suman pero de modo diferente. Comparten origen, la cantera colchonera, si bien sus cualidades futbolísticamente podrían considerarse diametralmente opuestas. Pausa o atrevimiento, colocación o anticipación, retención o proyección, concentración o improvisación… Una lista interminable de pros con algunos contras, como el fuelle del uno y la colocación del otro.
El entrenador tampoco duda, contempla los cambios como elemento indispensable de la transición que debe haber próximamente en su plantilla. Sin embargo las particularidades del duelo de Valencia, escenario hostil y rival acreditado, hacen que vacile al designar timonel. Momento para recurrir al oficio o apostar por la evolución, el sábado decidirá si dará papel secundario al hasta hace meses insustituible e imprescindible en lugar de restaurar la confianza en su templanza; o si guarda de inicio la energética alternativa del nuevo ídolo de las Estrellas Negras de Appiah en vez de mantenerle los galones de titular.
Pepe Muñoz