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Un verano accidentado en la Costa del Sol
Dice un viejo refrán que un equipo no es tan bueno cuando gana, ni tan malo cuando pierde. Pero lo cierto es que este Málaga de Míchel no termina de digerir la marcha de posiblemente sus tres máximas figuras: Sandro, Ignacio Camacho y Pablo Fornals. O lo que es lo mismo, la columna vertebral de un conjunto que la temporada pasada hasta la llegada del técnico madrileño era un columpio: lo mismo encadenada 3 victorias consecutivas que 5 derrotas al hilo (incluyendo 3 inquilinos en el banquillo).
El show de la pretemporada lo comenzó un espectáculo lamentable con el culebrón del fichaje del central francés Baysse. Llegó a la Costa de Sol en plan estrella y se dió el lujo de estar 7 días por la ciudad para decidirse si firmar o no. Tal parece que era el mismísimo Paolo Maldini o Billy Costacurta en trámites de fichar por el Recreativo de Huelva (con el permiso de los seguidores del decano).
Mención especial al despropósito fallido fichaje de Jorge Meré. Le doraron tanto la píldora que el chico y la directiva del Sporting se cansaron y rompieron todo tipo de negociación, enviándolo a la exigente Liga Alemana (otro valor español que busca fortuna y juego allende fronteras).
Más tarde llegó el turno de la despedida del goleador del equipo. Un chico que apenas un año antes había recalado en la entidad malacitana con el objetivo de relanzar su carrera tras verse a la sombra de la mejor delantera que recuerde el fútbol mundial: la mismísima MSN. Pues bien, con el morral bajo el brazo y con las ganas de comerse el mundo llego Sandro Ramírez y, mira si lo hizo en poquísimo tiempo que se encargó de callar muchas bocas a base de sacrificio, regates, temple, carácter y sobre todo: GOLES (14 tantos y 3 asistencias en 30 partidos ). El chaval se marchó a Inglaterra por la mísera cláusula de rescisión que tenía: 6 millones de euros. Algo inconcebible tal y como está la locura del mercado en el fútbol mundial donde un defensa llega a costar más de 55 millones de euros. Pero se avecinaba lo mejor del show veraniego malaguista, le tocaría el turno al mismísimo capitán.
El 8 de julio se hizo oficial la marcha del emblema del club: Ignacio Camacho. Un jugador que había llegado con tan solo 20 años desde un Atlético de Madrid en horas bajas y que fue de los poquísimos que sobrevivió al terremoto que supuso la llegada del jeque al club costasoleño. Era de los 2-3 jugadores que quedaba de aquel conjunto que estuvo a punto de desbancar a un BVB Dortmund en cuartos de final de aquella Champions memorable. Camacho se marcharía por apenas 15 millones contando las primas. Un traspaso pírrico cuando se pide hoy en día 50 millones por Fabinho del Mónaco. En fin, un negocio ruinoso se mire por donde se mire.
Ya para rematar la faena a finales de julio, exactamente el dia 24, el club emitió un comunicado informando la lamentable noticia de que su mayor valor en alza. Un diamante salido de la cantera y que no había costado un euro, Pablo Fornals, depositaba su cláusula de rescisión en la sede de la RFEF y se marchaba a Villarreal. Se completaba así la estampida de la columna vertebral del equipo. Empezaba una nueva era en la entidad malaguista. Tocaba reinventarse y seguir adelante.
Es bueno señalar que el club no se durmió en los laureles, que se trajeron a jugadores que si no llegan a ser del calibre de los que se fueron, al menos, pueden paliar el temporal que se les avecina a los malaguistas. A fin de cuentas no tienen tan mala plantilla, hay equipos con plantillas inferiores al menos en el papel.
Se cubrió bien el puesto del mediocentro con la re-llegada de Kuzmanovic, un jugador que la temporada pasada por culpa de las lesiones no jugó más cuando era un fijo en su posición al inicio de la temporada. Se mantiene Recio en la medular, un mediocentro que en plenitud de facultades suele ser un cerrojo en la medular. Y desde el Sevilla llego un jovencísimo Diego González para cubrir la baja que supuso la salida de Diego Llorente rumbo a San Sebastián pasando por Madrid.
Otro que desembarcó fue Emanuel Cechinni, un jugador que recala desde la exigente liga argentina y con muchísimos elogios. Además, se le está dando alas a un bisoño salido de la prolífera cantera malaguista (recordar casos como Juanmi, Samuel Garcia o más recientemente Samu Castillejo) como lo es Mula, el chaval ha sido de lo más destacado de la pretemporada e incluso amenaza el puesto de un buen centrocampista como lo es Keko.
Mención aparte quiero hacer de la gran referencia ofensiva: Borja Bastón. Todos sabemos del calibre del ariete, recordamos sus 18 goles y 3 asistencias en 36 partidos con el Eibar en su única experiencia en la 1ra División. Eso le valió para salir traspasado al Swansea City a cambio de 18 millones (cifra insospechada ni para los más optimistas del Atlético de Madrid un año antes cuando lo cedieron al conjunto armero). Ahora bien ¿es el mismo Borja Bastón de la temporada 15/16?, pues de momento ha aportado muy poco juego en pretemporada y de goles mejor no hablamos. Digo poco para no decir absolutamente nada.
Lo cierto es que este Málaga no termina de carburar. Le falta gol, le falta contundencia en el mediocampo y sobre todo, tiene un endeblez defensiva alarmante. Rosales no es ni la mitad de lo que fue la temporada pasada. Juan Carlos es un extremo reconvertido a lateral que ha cumplido cuando ha jugado en esa demarcación pero que no es ni mucho menos el más indicado para jugar ahí, privándose el equipo de un puñal por la banda cuando juega más adelantado. Algo que de momento no podrá hacer debido a las molestas lesiones de los 2 inquilinos de ese lateral: Ricca y Miguel Torres.
El panorama no se ve esperanzador a los ojos del espectador comprobando que el conjunto naufraga una y otra vez, viendo que no han empatado ni siquiera uno de los 6 partidos que llevan en pretemporada aun y cuando han empleado todos los sistemas tácticos que tiene en sus manos Michel. Y lo que es más alarmante aún: 2 goles en 6 partidos. Con ese bagaje difícilmente se pueda ganar. Esperemos que para el día 21 (lunes por demás) y ya con la exigencia de la alta competición, el equipo esté a la altura de lo que requiere el momento y los goles comiencen a llegar. Hasta esa fecha solo queda esperar.